domingo, 13 de diciembre de 2009

ARTICULO PUBLICADO HOY EN EL MUNDO

POR UNA SOCIEDAD LAICA, DEMOCRÁTICA, LIBRE......

....Y coherente con nuestra cultura más tradicional. Una cultura, sobre todo la romana de la cual tomó el cristianismo su idioma, el latín, su modelo de división administrativa, la diócesis, y su principal lugar de culto, la basílica. Todos y todas, incluido el catolicismo en todas sus formas, salen del tronco común de Res Pública romana.Una vez ha quedado claro este aspecto nos queda analizar el modelo de respeto a las convicciones personales que intentamos recuperar para la sociedad plural y democrática que vivimos. Una fórmula de convivencia nacida de la Revolución Francesa, madre de nuestro sistema parlamentario y el Código Civil entre otros y fundamentada en que ninguna religión o creencia puede imponerse o estar por encima del resto. Menos aún pueden ser financiadas con dinero público. Si estas premisas no se respetan entonces es la propia democracia y los mínimos de convivencia de que nos dotamos quienes se resienten, se vuelven imperfectos, discriminan y, a la larga, se sienten amenazados.De allí la necesidad de una separación plena entre el Estado y las religiones, impidiendo sobre todo cualquier tipo de privilegio para alguna de ellas, como ocurre con el Concordato preconstitucional firmado con la Santa Sede. Un acuerdo que nos convierte de facto en un Estado Confesional Católico. Concediendo una primacía, casi monopolio, a una religión muy determinada, sobre el resto.Nos guste o no es muy difícil considera aconfesional a un Estado que sufraga la impartición de catequesis en los centros educativos públicos, cuyos principales dirigentes políticos juran sus cargos ante cruces y Biblias o conserva tradiciones de pleitesía clerical poco justificables en muchos municipios.Una casi omnipresencia extendible a su financiación.La Iglesia Católica disfruta entre otras de la exención en el pago del IBI y recibe durante cada campaña de la renta un porcentaje importante del erario público.
Una vez demostrada la confesionalidad católica del Estado quede claro que ninguna otra creencia o religión puede, debe o tiene el derecho de sustituirla. La respuesta está en la igualdad dentro de la libertad individual de creer lo que se quiera. La religión, convicciones o moral de cada uno es eso, la única y genuina propiedad privada a respetar por todo el mundo, pero nunca impuesta al resto.
En definitiva, si nuestra cultura como pueblo es más antigua que el catolicismo nada nos obliga a dar privilegio a ninguna confesión. La separación exquisita entre las Iglesias y Estado es una tarea pendiente para nada comparable con una persecución o falta de respeto a los creyentes, se encardina más bien hacia la construcción de una sociedad plenamente democrática donde todas las creencias puedan respetarse en sociedad gracias a las Instituciones públicas y Leyes del Estado garantes del cumplimiento de la Carta de Derechos Humanos. Derechos inalienables que están por encima de cualquier capricho personal u opinión organizada que pretenda pisotearlos.

Santiago Ordóñez González
Coordinador Local de IU

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